martes, 22 de abril de 2014

Un duro camino por recorrer pero a su vez necesario.

Os recuerdo que la anterior entrada la dejamos en que la Doctora Patricia Smeyers quería incluirlo en una lista de candidatos a cirugía cerebral, pero, a la vista del empeoramiento de mi hijo, conseguí un traslado a Barcelona para consulta y valoración  del Doctor Jaume Campistol. Esto ocurrió en marzo de 2013.

Dicho doctor es uno de los mejores y más afamados neurólogos que hay en España. Por tanto su valoración y opinión personal era muy importante. Me dejé llevar por su prestigio y la fama que le precedía, amén de lo costoso que es llegar hasta él, y creía que me iba a encontrar con un “dios” que mostraría un camino a seguir. La desilusión fue enorme después de realizarle dos pruebas que curiosamente ya llevábamos hechas, su conclusión fue tajante:

Alejandro no era candidato a cirugía. Podría probar con dos nuevos fármacos que acababan de salir al mercado o con la dieta cetogénica. Se nos cerraba una puerta enorme y no se abría ni una pequeña ventana.
Al día siguiente de este mazazo y estando ingresados en Barcelona, recibí una llamada del Hospital La Fe de Valencia, citándonos para el día siguiente a las nueve de la mañana para realizar una prueba de las solicitadas por la Doctora Patricia Smeyers y valorar la candidatura a cirugía de mi hijo en otro hospital  - que paradoja nos rechazan en uno y nos llaman en otro-Evidentemente no me atreví ni quise perder esa cita en Valencia.

Solicité el traslado ese mismo día a Alicante para poder hacer el viaje a Valencia la madrugada siguiente  en mi coche.

Nos prepararon el alta pero no podíamos contar con una ambulancia para el traslado hasta 48 horas después.

Las cosas siempre nos han venido difíciles y después de estar dos horas intentando la ambulancia y para no perder más tiempo, preparé la maleta, llamé a un taxi para llegar a la estación de Sants cuanto antes y coger el primer tren a Alicante, donde llegamos a las 23 h. y a las 6,30 h. de la madrugada estábamos preparando la salida a Valencia.

Imaginaros que estrés ¡lo rápido que hay que actuar dependiendo de las circunstancias, ya que si no acudíamos a esta prueba en Valencia, tardarían otros 2 meses en citarnos de nuevo! y Alejandro no estaba en condiciones de esperas innecesarias y menos si yo podía evitarlo. A finales de junio todas las pruebas pedidas por la Doctora Smeyer estaban hechas. Durante estos meses teníamos cita con la doctora cada 20 días aunque cada vez que Alejandro tenía una nueva crisis y sin cita previa acudíamos a ella para que lo valorase.

Quiero transmitiros todo lo que sentí con esta doctora desde el principio:
La primera vez que la vi y traté con ella en la consulta, tras asignarle el caso,  después de aquella reunión que tuvo el equipo, mi  sensación fue que para ella era un caso más ,y que no era capaz de comprender la necesidad que teníamos de ayuda, el socorro que pedíamos a voces ,el miedo que nos paralizaba. Le supliqué que no me hiciese perder el tiempo, que ya estaba cansada de oír siempre lo mismo, que no me importaba hacer viajes, pero que fuese sincera y dijese hasta donde podía llegar. Me respondió que si el equipo había aceptado el caso era porque veían posibilidades, pero tenían que estudiar primero todo el historial médico y que una vez hecho me dirían sus conclusiones. Creo que fue en esa conversación cuando me dijo “yo también soy madre de dos niños y te entiendo”. Esa frase de empatía me tocó.

Contacté con el Doctor Mulas para comentarle que habían aceptado el caso y que sería esta doctora la que se encargaría de él. Me dijo que estaba en buenas manos que habían sido compañeros en la Clínica Invanep, que tenía varias publicaciones sobre la epilepsia y hasta era autora de un libro creado con el fin de conocer esta patologia tanto para los niños que la sufren como los que no, a mi hijo le gusto mucho y curiosamente Alejandro se adelantaba en calificar a los personajes en su papel, este libro se titula  -La pócima de las ausencias-.Sin querer todo apuntaba a que por fin estaba delante de una diosa de la medicina y lo mejor de todo de una persona más cercana humanamente de lo que podía imaginar, con los pacientes y familiares.

Poco a poco y durante los meses que duraron las pruebas, fui reafirmándome en su calidad humana, me daba ánimos cada vez que me rompía en su consulta, entendiéndome, me decía que lo estaba haciendo bien, que no decayera, que las pruebas iban avanzando y que los resultados apuntaban en buena dirección. Cada vez encontraba más apoyo en ella.

La última prueba se realizó a finales  de junio, fue bastante dura. Tenía que estar ingresado una semana en una habitación conectado a muchos cables con cámaras que grababan imagen y audio, mientras se le iban retirando  los fármacos que tomaba con el fin de provocarle crisis para que quedaran registradas en su totalidad, dando la información que necesitaban: cómo eran, cuando empezaban, cómo se desarrollaban, duración y finalización. Y sólo en caso de peligro o duración prolongada actuarían con urgencia ya que el personal de esta prueba presenciaba todo el proceso.

Yo no pude quedarme ni una sola noche por consejo de la doctora, hubiese estropeado la prueba, no era capaz de ver como sufría las crisis y no hacer nada.

La primera semana de julio teníamos cita para que nos dieran los resultados. No sabíamos a lo que tendríamos que enfrentarnos de nuevo y que opciones nos ofrecerían.


Y aquí os dejo aunque esta vez no tardaré tanto en contar como continua.

Este es un enlace bastante interesante sobre la opinión de la Doctora Patricia Smeyers y su libro. 

miércoles, 9 de abril de 2014

Posibilidad de ser candidato a cirugía cerebral

Aquí estoy de nuevo, con muchas ganas de seguir contando esta historia. Os doy las gracias por los apoyos que recibo a diario. Contenta también porque estoy consiguiendo lo que me propuse, llegar  a muchas personas con vivencias similares y deseando que mi experiencia les ayude y les cree ánimos para seguir luchando.

Como apuntaba en la última entrada el Doctor Fernando Mulas no pudo hacer el seguimiento de Alejandro, ya que las crisis se estaban produciendo cada 48 horas y los daños colaterales se presentaban muy alarmantes, entre ellos fuertes descompensaciones de azúcar que hacía que los ingresos hospitalarios fueran constantes para estar en observación varias horas, se le acentuaron de manera muy evidente los temblores en las manos, su actitud cada vez era más insoportable ya que registraba una actividad cerebral impresionante, todo ello nos obligó  a ponernos de nuevo en manos  del Hospital San Juan bajo la atención del Doctor Francisco Carratalá.
Tengo que apuntar que el Doctor Mulas no perdió su interés por el caso, llegando a ponerse en contacto con el nuevo especialista, el Doctor Carratalá, para intentar trabajar los dos  y unificar criterios en el camino a seguir.  Pero cada profesional  quiere seguir sus propios pasos sin trabas. Así que tuvimos que posponer el seguir con el Doctor Mulas,  y centrarnos en  mejorar la situación y frenar las  crisis.

El Doctor Carratalá atendió a mi hijo más o menos un año. Tengo que decir que no siempre estuve de acuerdo con él.

Durante este periodo se le realizaron pruebas para descartar que fuese diabético. Se le diagnosticó una encefalopatía degenerativa sin afiliar de nuevo, el deterioro físico y psíquico que presentaba se le asoció como retraso mental moderado, se llevó a cabo también un estudio para desestimar el síndrome de Kabuki. Más fármacos para los nervios, aumento de la dosis de los que ya tenía, etc…  

Todo esto me creaba muchos miedos y mucha incertidumbre. La verdad es que lo poco que conseguíamos se nos desbarataba con nuevas cosas, y la realidad es que Alejandro no salía del hospital y su estado general iba empeorando mucho, hasta el punto que llegó a sufrir una diarrea crónica durante 7 meses, que con el tiempo – y con otros especialistas y fuera del hospital-  se consiguió mejorar reestructurando la flora intestinal y retirando fármacos.

La situación llegó a tal dureza y gravedad que se nos derivó al hospital de referencia La Fe en Valencia. El doctor Carratalá decidió abandonar el caso porque bajo su criterio ya no podía ayudar a mi hijo.
Estando ingresados se preparó  el traslado al Hospital La Fe de Valencia en ambulancia. Y cuál fue nuestra sorpresa que cuando llegamos nadie nos esperaba, nadie sabía que habíamos sido trasladados para ingresar allí.

Un error del Departamento de canalización de pacientes del Hospital San Juan nos llevó a darnos la vuelta de nuevo a  Alicante de donde habíamos salido por la mañana y esa misma tarde nos dieron el alta. Interpuse una reclamación a dicho departamento por la situación que innecesariamente tuvimos que padecer mi hijo y yo.
          
Algo bueno salió de ese viaje. Estando en Valencia un doctor del Departamento de Neurología me propuso autorización para presentar el caso de Alejandro en una reunión que cada mes dicho hospital celebra,  para tratar y valorar casos especiales. Inmediatamente accedí a ello y regresamos con una cita para presentar el caso ante un equipo formado por distintos  especialistas.

El día convenido acudimos a dicha reunión para la valoración de Alejandro. Era una sala enorme con muchos profesionales de distintas Comunidades Autónomas y también con estudiantes, me realizaron muchísimas preguntas y aporté toda la documentación  que llevaba que constaba de de un dossier de más de 2.000 folios con el historial clínico de mi hijo que abarcaba casi 10 años.

Al final el caso se le asignó por su especialidad a la Doctora Patricia Smeyers. Al finalizar dicha reunión y a la espera de una cita para esta nueva doctora regresamos a Alicante.

Empezamos a caminar con la Doctora Patricia y lo primero que se planteó fue incluirlo en la lista de candidatos a cirugía cerebral. La idea no podéis imaginar lo que nos alegró a mí y a toda la familia, por fin empezábamos a adentrarnos ante nuevas técnicas que podrían darle calidad de vida y que no fuesen los fármacos.  Esta doctora nos expuso de forma muy clara varias opciones de cirugía, unas eran curativas y otras paliativas, pero antes había que realizar unas pruebas muy concretas: Polisomnografía, Pet cerebral, Resonancia Magnética Cerebral con protocolo de Epilepsia y Electroencefalograma con privación de sueño para poder confirmar que Alejandro podría ser un posible candidato.

Pero Alejandro empeoraba y volvimos a ingresar de nuevo en el Hospital de San Juan en Alicante y poder estabilizarlo. Por mediación de ciertas personas y agobiada por no saber que más hacer y cómo solucionar cuanto antes esta situación, conseguí un traslado a Barcelona para ingresar en el Hospital San Joant de Deu  a la atención del Doctor Jaume Campistol.


Lo dejo aquí. Un saludo.